La gran artista falleció a los 87 años en Londres. En su obra desafió los cánones de la belleza, abriendo la mirada a toda una nueva generación sobre el feminismo y poniendo en obras temas tabú cuando pinto el aborto por primera vez.
La pintora portuguesa Paula Rego, que se hizo conocida por desafiar los cánones estéticos de corporalidad femenina y en especial por una impactante serie donde denunciaba el dolor y la humillación que aún sufren muchas mujeres al tener que recurrir al aborto clandestino, falleció a los 87 años este miércoles en Londres, donde trabajaba y residía, según confirmó una fuente de la familia.
“Con inmensa tristeza anunciamos el fallecimiento de la artista Paula Rego. Murió en paz esta mañana, después de una breve enfermedad, en su casa en el norte de Londres, rodeada de su familia. Nuestros pensamientos más sinceros están con ellos”, señaló la galería de arte contemporáneo Victoria Miro, con sede en Londres.
Rego llevaba cinco décadas radicada en la capital portuguesa, tras marcharse de Lisboa para escapar de la dictadura de Salazar. Sus padres, de tendencias antifascistas y anglófilas, quisieron que viviera en un país liberal. A los dieciséis años fue matriculada en una escuela de señoritas en Kent (Inglaterra). De allí pasó a estudiar pintura en la Slade School of Fine Art de Londres (1952–1956), donde fue alumna de William Coldstream y conoció al artista Victor Willing, con quien se casó.
En territorio inglés, pudo desarrollar mejor su visión feminista y sus desafiantes modelos de representación: mujeres retratadas con sus piernas abiertas, las rodillas pronunciadas y rasgos de una cierta animalidad no exenta de violencia.
A partir de 1999, cuando inauguró una exposición en la que denunciaba la humillación y el sufrimiento que padecían muchas mujeres portuguesas que recurrían al aborto clandestino.
Integrada por once pinturas y seis grabados, el conjunto surgió como respuesta al fracaso de la ampliación del referéndum sobre el aborto en Portugal. En estos lienzos, las mujeres están a punto de someterse a la intervención: sus gestos denotan vergüenza y miedo, así como pequeños detalles dan ideas de sus edades y pertenencias sociales, desde una joven estudiante o una mujer trabajadora. Junto a ellas, un cubo de plástico que luego estará lleno de sangre.
La serie asume hoy una vigencia incuestionable, no solo por la coyuntura histórica actual en la que algunos países comienzan a cuestionarse derechos que estaban consolidados, sino también porque instala la reflexión sobre un acto que apenas ha sido representado en el mundo del arte.
“Pinto a las mujeres que conozco. Pinto lo que veo. Hago a las mujeres protagonistas porque yo soy una”, dijo Rego al diario The Guardian en una entrevista en 2021.
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